Como en esa imagen lejana de un adiós y su pañuelo en una estación de tren, me valgo del pañuelo como soporte para la ritualización de una despedida. una despedida que marca necesariamente un fin y por ende suele suponer un, no siempre fácil, desprendimiento.
Con el fin de experimentar este final de la manera más sana posible y permitir el paso a un nuevo comienzo, propongo esta ceremonia:

se trata de desaparecer una imagen del pasado utilizando al agua como elemento transportador, mientras se imprime la experiencia de lo vivido.

Sobre un pañuelo de tela se escribe o dibuja con plumones aquello que se quiere despedir. Se puede aplicar a una etapa en la vida o a una persona, a una sensación o un estado que se queda en el tiempo pasado. Una vez plasmada esa existencia en el pañuelo, se comenzará a mojar de a pocos la tela. La imagen se irá disolviendo con el agua dejando solamente manchas de color como vestigio de lo vivido. Entonces se comienza la inscripción nuevamente, repitiendo el proceso las veces que se crea o sienta necesario. Se escribe y moja sucesivamente el pañuelo dejando al igual que en un sudario, manchas que evidencian esa presencia que contuvieron.

Se busca aceptar el paso del tiempo y los cambios que éste implica permitiendo que el agua se lleve la forma del pasado sin caer en un ejercicio de negación.

Sea ésta; una despedida feliz, triste, resignada o furiosa, se celebra la existencia de un pasado reconociendo aquello que llevaremos como parte de quienes somos en el futuro. En este momento se inscribe en el pañuelo lo que reconocemos como huella permanente.

Esta es la contraparte de lo que se deja partir, es lo que permanece. Con medios permanentes, como por ejemplo bordados, aplicaciones o incluso plumones indelebles se celebra lo que se lleva para la vida futura.

Estos pañuelos recolectarán la despedida de una innegable existencia, como los vivos celebran a la muerte. Despidiendo una presencia a la vez que se celebra la huella de su existencia.

15 y 16 de noviembre Casa de la Cultura, Oaxaca



Este taller comenzó numeroso y terminó íntimo.  La segunda sesión se realizó en los techos de la Casa de la Cultura con la increíble vista de la ciudad y una deliciosa conversación.  Fue la mejor despedida que pude tener de la ciudad.  Las tengo guardadas como mi "cultura techera", gracias.
Ver fotos más abajo

No hay comentarios: